¿No le parece, señor juez Gómez Benítez?

Gómez Benítez
Después de haber presentado una denuncia en la Fiscalía General del Estado contra el presidente de dicho consejo y del Tribunal Supremo, Don Carlos Dívar, que culminó con la renuncia del magistrado, ahora resulta que su acusador está más que preocupado de no tener que someterse al «escrutinio» de «determinados medios de comunicación» (parece que a otros en cambio no les teme)…. «Mire usted, si hay alguna sospecha de que usted haya cometido alguna irregularidad, entonces que me pidan la información y tendré que dar las informaciones pero si no hay ninguna sospecha de irregularidad ¿por qué tengo que ceder a las presiones interesadas de distintos grupos o medios de comunicación?».
Realmente, uno se queda sin aire al leer estas declaraciones. Su denuncia no prospera porque la fiscalía no ve indicios de delito, y entonces se ponen a los «medios afines» a la progresía a trabajar a destajo para conseguir por una vía «informal» lo que no se había conseguido por la vía «formal» de la denuncia: que renuncie Dívar.
Al parecer ahora al señor vocal le genera mucha «incomodidad» eso de que alguien le pida explicaciones sobre sus gastos. . ¿A qué le teme Gómez Benítez?
«… lo que no queremos es someternos a una especie de Gran Hermano. Si alguien quiere solicitar información de todos nuestros gastos, tiene que ser por vía institucional. Ni personalmente ni creo que ninguno de los vocales quiere ir teniendo que defender que no ha cometido ningún homicidio por la vida».
No, claro… homicidios no han cometido. Bueno… no al menos en sentido literal, porque en sentido figurado, se han cargado a la ley y el derecho. La politización del poder judicial, de la que José Manuel Gómez Benítez junto al ex-juez Baltasar Garzón (que Dios lo conserve inhabilitado y no le conceda el indulto) y su compañera de ruta Margarita Robles, traída de la mano -cuándo no- de un socialista (Felipe González) nos ha dejado en un estado de indefensión por el cual una chapuza impresentable (como la de Dívar, que no tiene excusa posible) se paga con el cargo y el escarnio, en apenas semanas, mientras que corruptelas, chivatazos, y demás componendas debidamente probadas durante años, costó un Perú para poner fuera de la carrera judicial a uno de sus miembros más indignos que jamás vistiera toga.
Las cloacas del estado siguen malolientes y llenas de excrementos, contaminando la vida social de los españoles.
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