Reproduzco íntegro el artículo de Pablo Molina para Libertad Digital. Tenemos una «progresía» de impresentables en España. Haríamos más negocio poniéndolos a todos en un circo. No se aún si de monos o payasos.
Y Amancio Ortega sigue sin dimitir
El dueño de Inditex ha entregado a Cáritas 20 millones de euros y los archimandritas del progresismo, con la alegre brigada del bongo cubriendo los flancos, se le ha echado encima en menos que un indignado se lía un peta. Una insigne literata ha comandado las operaciones recetándole al bueno de D. Amancio una catarata de mensajes en las redes sociales para afearle su decisión de ayudar a los pobres, aunque en su honor hay que decir que esta vez todos los textos son originales suyos. Es que la pobre tuvo por dos veces la mala suerte de que el procesador de textos le jugara sendas malas pasadas intertextualizando en sus novelas párrafos procedentes de obras de otros autores, bien a causa de un extraño virus informático, bien porque sin querer pulsó una rara combinación de teclas que hizo que su ordenador localizara textos similares en la red y los intercalara, válgame Dios, respetando las reglas de concordancia y acomodando los párrafos añadidos a las características de la trama que había desarrollado previamente. Seis mil eurazos le costó solventar las dos demandas que le interpusieron, que en justicia debería haber asumido Microsoft por la impericia de sus ingenieros en el diseño de los algoritmos copy-paste del sistema Windows.
Pero putadas informáticas al margen, lo que nuestra injustamente preterida en el Nobel de Literatura ha venido a señalar es algo que comparte el progresismo en su más amplio espectro. Los pobres son patrimonio exclusivo de los progres, que para eso los fabrican a borbotones con sus ideas, y ningún ricachón puede intentar paliar su triste destino sin obtener antes los correspondientes permisos.
Amancio Ortega ha cometido el delito de hacerse rico vendiendo batas de guatiné a domicilio hasta levantar el imperio que hoy es Inditex, el primer fabricante y distribuidor de moda a escala mundial. Como agravante, se ha atrevido a crear 90.000 puestos de trabajo, de los que casi la mitad están en España. Ha dado ocupación a decenas de miles de personas que ahora podrían estar tan ricamente viviendo del subsidio estatal y participando en asambleas para tomar el congreso con el apoyo de la literata intertextualizadora y sus colegas.
Además le ha dado el dinero a Cáritas, cuando lo que hacen los millonarios decentes –todos de izquierdas– es financiar proyectos solidarios para implementar políticas de empoderamiento y salud reproductiva entre las poblaciones indígenas sojuzgadas por el sistema capitalista. Luego aquí, en el terruño, dejan en el paro a la mitad de sus plantillas indemnizándolas con el mínimo previsto en la legislación laboral del PP; pero los ricos de izquierdas trabajan por el bien de la humanidad, y si el poder político ya no puede mantenerlos con subvenciones no es culpa de ellos, sino de la dictadura de los mercados.
Sucede que igual Amancio Ortega no se ha enterado de esta polémica, como solía ocurrir en el Kremlin cuando el editorialista del diario Arribale metía su rejonazo semanal. Así que ni va a dimitir de sus cargos, ni va a entregar Inditex a una comuna autogestionaria, ni tampoco parece que vaya a cambiar el destino de esos 20 millones entregados a la caridad de la Iglesia Católica. Una pena. Con la de abortos que podrían ser financiados y la de indemnizaciones por plagio que podrían ser atendidas gracias a semejante pastón.
Impecable Pablo Molina. Estos que no producen nada y que son expertos en empobrecernos a todos tienen el descaro de venir a criticar a los que si saben crear puestos de trabajo, productos buenos y baratos. Ni que tuvieran que pedir perdón por ganar dinero.
Lucía Chichirría necesita montar estos circos para estar en el candelero ya que no puede plagiar más libros (ahora todo el mundo estaría encima de ella y le estudiaría hasta las comas jaja).
La Plagiobarría es más que del candelero es del candelabro, como dijo otra que, ganando a Lucía en talento por lo justito, ni fusiló otras obras, ni causó la tala de un solo árbol para imprimir sus pajas mentales. Después de los autodenominados «de la cultura» tratando de imponer su criterio particular a las decisiones de los representantes de los ciudadanos legítimamente elegidos en unas elecciones libres, sólo nos queda ver al payaso Ronald MacDonald proclamándose chef de alta cocina, exigiendo ser subvencionado con nuestros impuestos por su contribución a la cultura gastronómica, y manifestándose por la abolición de la democracia y la instauración de un bananato bolivariano.