Excelente artículo de Almudena Negro para Siglo XXI.
El problema de la mediocridad
“Jamás rectificarán puesto que hacerlo supondría dar por cierto que toda su construcción intelectual se sostiene en la nada, que no tienen vida porque viven para el qué dirán”
Mientras que los medios siguen haciendo suyo el economicismo que junto con la sociología han venido a sustituir, en estos tiempos en que los anticonceptos se asumen como verdaderos, a la política, inexistente en lo que queda de la nación política, la mediocridad acecha por doquier. La destrucción del êthos de la nación española es un hecho.
Consecuencia lógica de la asunción del Estado-nación, de la nación política, algo artificioso, frente a la histórica. Décadas de educación estatista, ya desde los tiempos de la dictadura, tan contraria a la tradición liberal española, han arrasado no sólo con la cultura, sustituida por una pandilla de amiguetes poco ilustrados pero muy despóticos que dan lecciones a golpe de dinero público desde comprados medios de comunicación, sino que han sumido a la población en general, gracias a la escuela comprensiva implementada en los años ochenta, en la mediocridad.
Tan es así que no son pocos los jóvenes y no tan jóvenes, que aspiran a eso que llaman “fama”. Sin dar ni golpe, sin mérito alguno, claro. Simplemente porque necesitan verse reconocidos por los demás para creer que son. Ayn Rand los describe maravillosamente. De Peter Keating, muertos en vida, España llena. Buscan la fama, sus cinco minutos de gloria, algunos hasta quince, a costa de lo que sea. La mentira, ya se sabe, mueve este mundo mientras Atlas no se rebele. ¿Quién es John Galt?.
Si no me creen, pongan la televisión. Y no crean que una es de las prohibicionistas que quiere evitar espectáculos degradantes como el “Hombres, mujeres y viceversa” (o algo similar), que no es el caso, ya que creo que cada cual es muy libre de apagar, o no, el televisor. Lo que lamento es que semejante bobada, carente de argumento e inteligencia, tenga audiencia. Otra opción para darse cuenta de cómo está el patio es leer a algunos en las redes sociales. Entren en Twitter.
Los bobos agotan. Agotan porque no dejan resquicio para lo importante, porque distraen a quienes los rodean con cotilleos de portería (en el peor sentido de la palabra) y ejercen casi siempre y sin descanso de perro del hortelano. Su mediocridad, muy relacionada con una falta de autoestima, resentimiento y un profundo desprecio hacia su yo –el mediocre siempre quiere ir en manada o tribu- todo lo enfanga. Bordeando la paranoia, neuróticos perdidos, asumen como verdad cualquier memez que se ajuste a sus necesidades. Necesitan creer. Necesitan ser. Necesitan un psiquiatra.
Cuando las cosas no les salen como quieren, se vuelven violentos y pisotean las más elementales normas de comportamiento en una sociedad abierta. A la mediocridad le suman la soberbia del ignorante. Jamás rectificarán puesto que hacerlo supondría dar por cierto que toda su construcción intelectual se sostiene en la nada, que todo lo que viven es una gran mentira, que no tienen vida porque viven para el qué dirán. Triste vida la suya.
¿Cómo es posible que un partido que presume de política social, acose de ésta manera a personas que a lo único que se dedican es a ayudar a los necesitados? ¿será que lo hacen por ser monjas? ¿no deberían revisar el caos que existe en Residencia con todos los servicios y en especial con Pediatría? ¿Todos los Hospitales Andaluces están tan limpios como éste comedor? Pues lo dudo.
Mientras que los medios siguen haciendo suyo el economicismo que junto con la sociología han venido a sustituir, en estos tiempos en que los anticonceptos se asumen como verdaderos, a la política, inexistente en lo que queda de la nación política, la mediocridad acecha por doquier. La destrucción del êthos de la nación española es un hecho.
Mientras que los medios siguen haciendo suyo el economicismo que junto con la sociología han venido a sustituir, en estos tiempos en que los anticonceptos se asumen como verdaderos, a la política, inexistente en lo que queda de la nación política, la mediocridad acecha por doquier. La destrucción del êthos de la nación española es un hecho.
Sin embargo, considero que para madurar como país y para evitar seguir cometiendo errores caros que luego paga toda la sociedad, la Argentina tiene que aprender a hacerse cargo de sus decisiones, sobre todo cuando éstas son tomadas en democracia. De lo contrario, se seguirán adoptando medidas de conveniencia política y de corto plazo, sabiendo que en el futuro vendrán otros que las enmendarán pateando el tablero. Y sin tablero, es decir, sin reglas de juego, el país deambulará en la mediocridad y el atraso, postergando a los sectores populares y mirando cómo nuestros vecinos, es decir, los países de América del Sur, con muy poco pero respetando el tablero sacan año a año ingentes cantidades de ciudadanos de la pobreza y mejoran su nivel de vida de manera sólida y sustentable.