Todavía no logramos salir del estupor provocado por el indulto otorgado al conductor «kamikaze» que provocó la muerte de un hombre que circulaba correctamente. Una persona inocente e indefensa frente a la estupidez e irresponsabilidad de un chiflado que -dicen- está «arrepentido y rehabilitado» y por ello merece el citado indulto.
Una burla más de la casta política hacia los ciudadanos decentes que cumplen las leyes y se encuentran inermes cuando otros las violan y provocan un daño irreparable.
Mientras los votantes del PP asisten entre la estupefacción y la rabia a este indulto, la izquierda miserable y cainita alza airada su voz para criticar dicha medida (que es un disparate). Parece que padecen de amnesia selectiva, ya que el PSOE directamente o a través de sus mamporreros mediáticos critican en otros LO MISMO QUE ELLOS HICIERON hace menos de dos años. Porque Zetaparo TAMBIÉN INDULTABA CONDUCTORES KAMIKAZES….
Pero la cosa no termina en acusaciones cruzadas de «tú lo haces peor que yo». No. La cosa parece tener más «complejidades».

Coche de Alfredo Dolz, de 25 años, víctima del conductor kamikaze
El 1 de diciembre de 2003, un tipejo llamado Ramón Jorge Ríos Salgado, que trabajaba como ejecutivo de una empresa automovilística (o sea, no era un kinki pasado de garrafón), tuvo la idea de conducir a gran velocidad y en sentido contrario durante 5 km en la AP-7 de la Comunidad Valenciana. Como resultado de su «hazaña», colisionó con varios vehículos, uno de los cuales estaba ocupado por José Alfredo Dolz y su novia, falleciendo éste a consecuencia del choque. Ríos Salgado fue condenado a 13 años de prisión, sentencia confirmada por el Supremo, siendo calificado judicialmente su conducta delictiva de «tremenda gravedad».
Sin embargo, Ríos Salgado sólo pasó 10 meses tras las rejas, ya que la «tremenda gravedad» de su conducta no fue un obstáculo para que se tramitara de manera ultrarrápida su indulto. El Consejo de Ministros, a instancias de Alberto Ruiz Gallardón, se lo concedió «graciosamente» pasando por alto los informes de las partes, del ministerio fiscal y del juzgado, que eran contrarios a la concesión de esta medida.
Y ahora viene lo jugoso: Resulta que el abogado que defendía al kamikaze asesino es Esteban Astarloa, hermano del ex-ministro pepero. Y -oh casualidad- en el mismo bufete –Uría y Menendez– trabaja el hijo de Ruiz Gallardón: José Ruiz-Gallardón Utrera.
¿Tráfico de influencias? ¿Justicia a la carta? ¿Arreglos especiales para los «amigos» y «clientes»? ¿Casualidad o CAUSALIDAD?
La esposa del césar no sólo debe serlo, sino también parecerlo. Si estos sujetos dicen que vinieron a combatir el desmadre de los 8 años de zapaterismo….con zapajoyismo…. vamos listos.
Todo cambió para que nada cambiara. Todos iguales.
Y la verdad y la justicia, ni están ni se las espera.
